2.20.2011

Boca abajo

Jugando, te coge de los tobillos y comienza a girarte, tan rápido, tan rápido, que de tu cuerpo no se ve más que una estela. Intuyo ralentizada tu cara de velocidad (nadie podría decir si es miedo o diversión) mientras la cara de mamá, claramente temerosa, levanta un ojo del televisor para echar una mirada reprobatoria.

Cuidado con la mesa, indica.

Lo que significa que tenga cuidado para no darte con la mesa, y no que tenga cuidado para no dar a la mesa. Mamá no solo no se sube jamás a la montaña rusa con nosotras, si no que además, no es capaz de mirar cuando nosotras estamos arriba.

Quiero decir que se está poniendo muy nerviosa.

Así que papá se deja caer en el sillón y amarrándote todavía fuerte de los tobillos, comienza a pasar los dedos por la planta de tu pie descalzo. Tú gritas y te ríes, y pides auxilio, mientras tu cabeza se pone roja como un tomate.

Yo recuerdo una noticia que vi en la tele. Un chico ató a su tía a la cama de pies y manos, y con una pluma suave, le cosquilleó la piel hasta que murió de un ataque al corazón. No parece una muerte muy dulce.

Socorro, aúllas, salvadme. Te agitas como una culebra.

Papá está exhausto, así que te libera, te da una palmada en la pierna y te indica que puedes irte.

Decepcionada, ordenas: ¡Hazlo otra vez!

2.10.2011

Jugando

Aeróbicos son tus pulmones cuando dices todas esas palabras. Cierra los ojos, deja que el aire entre y vuelva a salir con forma de letras. "No es nada", te dices. Te echas a reír. Todo está tan vacío, tan hueco, tan falto de significado.

El problema es siempre el mismo. Tú estás jugando con el aire pero no huyes de las estructuras. Lo que dices tiene sentido. Un sentido extraño y que necesita interpretación, pero un sentido real. Tú solo estás jugando pero tu oyente no lo sabe. Para ti las palabras son líneas que se entrelazan, para el resto del mundo no.

Dirías que no te entienden. Dirías que no hay nada que entender. Les harías repetir una palabra mil veces hasta que llegaran a lo que tú lees y escuchas y escribes y dices. Pero eso sería sucumbir un poco. Sería salir del juego para explicarlo.

Así que llenas tus pulmones de aire y lo sueltas en forma de palabras. "Qué resistencia", dirían si lo entendieran, "qué aeróbicos son sus movimientos respiratorios".

No lo entienden y se enfadan. Mientras, tú te ríes otra vez al escuchar esos sonidos perderse en el aire. Al fin y al cabo, tú tan solo estás jugando.