Ridículos. Llegaron tan tarde que la noria había parado de girar, y en su lugar tan sólo un crujido de hierros gastados y carruseles decrépitos y vacíos. Y ahora parecían estúpidos, con sus trajes de terciopelo y sus excesos etílicos. Contemplando el estatismo de la noria mientras en su cabeza todo seguía girando.
La noche había comenzado en un apartamento de luces tenues. Poco a poco los corchos dieron paso a las lenguas viperinas. Se rieron como nunca, se callaron como nunca. Se escondieron bajo los sofás, y detrás de las cortinas. No, nunca lo sabrás, porque me avergüenzo. Porque te estoy contando mis secretos. Me estoy riendo de ti. Te digo, os digo, os voy a contar un secreto. Y las miradas acechan, y la luz se vuelve todavía más tenue. Ya no se siente la música. Y el secreto rueda como el vino. Y todos los paladares lo saborean. Mmmmm, los secretos. Pero más abajo, detrás de los ojos expectantes y las manos nerviosas, hay un idiota que miente, y otros idiotas que consienten. Porque sólo os contaré de aquella noche, os acordáis, cuando creísteis que me había ido a casa...qué ingenuos fuisteis, creísteis que yo...no, en realidad acabé en otro sitio...Y mientras las bocas estallan y el vino mancha la alfombra y las gargantas...mientras tanto, no os contaré mis secretos. No sabréis por qué estaba en ese lugar, qué sentía cuando, que pensé después de que, y qué pasó en el momento en que, y sobre todo, qué siento ahora que. Y no os engañéis, compañeros del alcohol y las mentiras. La noria hace tiempo que ha dejado de girar. Pese a ello, la tierra sigue haciéndolo, bajo nuestros pies.
4.14.2006
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