Él.
Seguía como cada día acurrucado en su rincón preferido. Cerrando los ojos con fuerza para no ver la oscuridad. Pensando en empujar un poco la puerta y mirar por la rendija qué había fuera.
Ella.
Dormía sentada en el sillón. Apoyaba la cabeza en su mano derecha y su boca se entreabría despacio.
Él.
Espiaba desde su escondite. Deseaba acercarse y que ella apoyase su cabeza sobre él.
Ella.
Se despertó y vio la puerta entreabierta. Se levantó, la cerró y se fue a la cocina.
Él.
Volvió a quedarse una vez más encerrado en la oscuridad de su armario.
9.11.2005
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