Delicadeza en cada uno de sus movimientos. Coge la maleta y se le marcan todas las venas (un azul tan noble) del brazo. Blanca y suave.
Y corretea de un lado al otro de la estación, dispersa, desorientada. Abre mucho los ojos y mira alrededor antes de dejar la maleta junto a la cabina. Telefonea, mientras, llora.
Entonces las señoras se dan codazos, esperan y cuchichean porque lo han visto en el cine y saben que las chicas blancas y delicadas siempre son cogidas en brazos por un hombre fuerte que les pide que no se vayan nunca.
La maleta desaparece.
Pero en el imaginario popular las chicas quebradizas sólo sirven para las historias románticas.
5.25.2006
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