5.09.2007

Cacao con sangre

"Entenderlo está prohibido" susurró uno de sus compañeros mientras le agarraba por la muñeca tan fuerte que se oyó un crujido. Después se echó a reír.

El novato sólo fingía que temblaba. Otro error. Pero sonaba temblorosa su voz cuando preguntó: ¿Qué quieres decir con prohibido?

El compañero echó la cabeza para atrás, señalándole algo. El novato no era un imbécil de los que miran el dedo y no la luna, pero no pudo evitar reflexionar cuando vio el pelo, lacio, sucio que se agitaba con cada gesto de su compañero. Pensó que quizá no era como ellos. Que nunca aprendería las reglas básicas.

"Prohibido significa que si el jefe te escuchase cortaría tu cabeza" dijo antes de escupir.

Y el novato tragó saliva."Prohibido estará decirle al extranjero que entendemos su lengua, no entenderla ¿no? Por si nos genera empatía"

El otro escupió de nuevo. Y ni siquiera le brillaban los ojos cuando exclamó "Cortaría tu cabeza" y casi conmovido, añadió "Aqui no te servirá la retórica".

Pasado el sobresalto de escuchar una palabra de más de tres sílabas dentro del barco, volvió a reflexionar. Sí, es cierto, aquí no servía la retórica. Ya no tenía que llorar como una plañidera mientras contaba su triste historia para recibir comida. No tenía que inventar dulces palabras para amar a las hijas de los nobles. No tenía (sobre todo esto) que esgrimir razones para poder matar. Pues estamos en el paraíso original, anterior incluso a ese fatídico momento en que a Dios se le dió por nombrar cosas. Aquí la violencia no está recubierta de palabras.

Paseó de proa a popa y de babor a estribor y pensó un poco en volver a tierra firme. Ya sabía que la vida en el oceáno no era cómo se la imaginaba. O mejor, que era justo como se la imaginaba pero que eso no resultaba especialmente divertido. Harto de no poder mentir porque nadie confiaba en su palabra. De no poder planear un asesinato lleno de sangre, porque era justo lo que se esperaba de él. En el lugar más excepcional de la tierra... o debería decir, hasta en el mismo paraíso, todo es mediocre. Y añoró un poco la hipócrita sociedad que había abandonado en un místico acceso a la Verdad, que había considerado tan especial. A saber cuantos tipos como él habían explorado la depravación buscando excitación o buscando esencia. Y lo peor, a saber cuantos antes se habían planteado justo eso que él iba a hacer ahora, por aburrimiento o arrepentimiento.

Bajó a la escotilla y desató al extranjero. El extranjero le miró a los ojos. El novato le dijo en su idioma "Te entiendo". Esperó cinco minutos, diez, veinte. El extranjero no hacía nada.

El capitán entró. No se puede decir que estuviera demasiado sorprendido. Desenvainó desapasionadamente su sable. El novato asió con fuerza unas cuerdas mientras le gritaba al extranjero "Si subes por la derecha encontrarás un bote. Huye"

El extranjero corrió, subió por la derecha y encontró un bote. No pudo huir, porque quien ya había acabado con el capitán le estranguló con sus propias manos; y si al menos llegase el cosquilleo en la tripa que tanto esperaba...

Se acurrucó perezosamente a la espera de que alguien viniera a vengarse y se durmió pensando en chocolatinas.