2.25.2006

La goma de borrar

-Amor no es la palabra que buscaba.

Se sienta en la moqueta y te da la espalda. Tú no dices nada, sólo piensas en que quizá no fuese la palabra que buscaba, pero que es la que ha encontrado. Te acercas a la ventana y tienes ganas de contarle tu teoría sobre los tres arco iris. Pero te callas. Sabes que él está esperando a que te vayas, a que desaparezcas de una vez, y que seguro que se está imaginando una historia en la que él tiene una goma de borrar que elimina todo lo que no le gusta.

-Supongo que me borrarías a mí, ¿no?, dices, y él no dice nada, no te mira, no reacciona, y te preguntas si lo has dicho o si, como te pasa mucho últimamente, sólo lo has pensado. Y ya no sabes qué hacer, porque irte es demasiado fácil, pero quedarte es absurdo. No te das cuenta, pero mientras dibujas formas extrañas con tu dedo en la ventana, él gira un poco la cabeza y te mira durante un segundo, pero enseguida vuelve a su posición anterior.

Y cuando estás a punto de irte él estornuda, porque está sentado en la moqueta y esta semana nadie ha pasado la aspiradora, y aunque a él le gustaría ser imperturbable su alergia siempre le traiciona. Se toca la nariz y tú piensas en lo ridículo que es todo, en lo ridículo que es él y lo ridícula que eres tú, y en lo ridículo que es que nadie quiera limpiar la casa, que tú no quieras hablar y él no se quiera dar la vuelta.

Ahora te tendrías que ir, pero no lo haces, te sientas tú también en la moqueta y esperas. A que sea él quien se vaya, quien desaparezca. Y te gustaría tener una goma de borrar pero afortunadamente no la tienes, porque no serías capaz de usarla y te darías cuenta de que sin todo esto, sin la moqueta, los estornudos y el silencio, no podrías vivir.

No hay comentarios: