3.18.2006

Y echarme la culpa.

"Opaco, así soy". Y te encanta y te enorgulleces de ello de una forma estúpida, como se puede enorgullecer un perro de saber sentarse, que está muy bien, pero a un nivel inferior.
Y opaco te tiene oscuras resonancias de indiferencia muy fílmica y de chicas llorando que te agarran del brazo mientras gritan que no tienes corazón. Y tú sonríes, claro, porque llevas toda la vida intentando ocultarlo. Opaco porque tienes corazón. Porque si fueras translúcido y dentro hubiese sólo músculo, no tendrías de qué avergonzarte.

Así que no me busques, no me busques nunca. Deja que el hielo se clave. Hasta que sangres un poco. Porque ser opaco es estar sólo. Pero no una soledad de héroe. Una soledad patética que se clava como se clava el hielo. Porque es mejor sentir el agua que sentirse por dentro. Con el corazón que machaca y se bate contra el cuerpo y que no tiene por donde salir. Y que se agota en un centímetro cuadrado y que choca y que se parte y que rebota.

Y que nunca sirve para nada.

Porque el día en que se pare... ¡Oh!. Nisiquiera me podrás dejar una nota explicativa.

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