9.09.2005

Amor ciego

Ojos en la espalda, ojos en los pies, ojos en las yemas de los dedos, ojos en la mirada. Tenía ojos por todas partes. Tenía tantos ojos que no veía más que pestañeos. Y se sentía feliz cuando una mariposa se posaba en sus pestañas y el batir de las alas se reproducía como el vuelo de una mosca en un laberinto de espejos. Entonces todas sus pupilas se agitaban dentro de su globo ocular, y él se frotaba la nariz con su ojo derecho. Sentía cosquilleos cuando la veía, por duplicado, por triplicado, en infinitas dimensiones que la convertían en algo todavía más precioso. Ella sonreía, y su sonrisa se multiplicaba como las estrellas cuando él batía sus palmas con agitación.

-Si pudiese verte te querría para siempre, decía ella.

-Si cerrase todos mis ojos te olvidaría, decía él.

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